Letras
Belén González
Mi hijo tiene 6 años, está emocionado por comenzar el primer grado. Le dice a todo el mundo que le gusta la escuela porque tendrá más amigos y aprenderá a usar las letras. Su tesis es que son como un lego, porque ellas sirven para construir cosas. Supongo que, de una forma u otra, se lo hemos enseñado en casa.
En cambio, los números parecen no ser de su agrado, los califica de complicados, y si le dices que no los conoce, responde desafiante que no le interesa mucho conocerlos. Mientras arreglábamos la mochila con sus nuevos útiles escolares, se quedó mirando al vacío. Luego me preguntó:
— ¿Mamá, de dónde vienen las letras?
—Es una historia un poco larga, pero puedo hacerte un resumen ¿quieres que te la cuente?
—Claro, sino quisiera para qué pregunto.
Serví dos vasos de leche, puse varias galletas en un plato y lo invité a sentarse frente a mí. Usando un lenguaje distinto al que empleaba en mis clases de la universidad le conté que las letras, tal y como las conocemos hoy en día, fueron inicialmente dibujos.
—Bueno, todo comenzó con los cavernícolas sabes, ese tiempo se llama prehistoria, y aunque esos hombres solo hicieron dibujos, se dice que así empezó lo que hoy llamamos escritura porque ellos encontraron la forma de decir lo que pensaban sin hablar.
—Mamá es que los cavernícolas no hablaban, no sabían.
—Exacto —le dije.
Un chico listo mi hijo, pensé. Me miraba emocionado y asentía con la cabeza como si tuviera todo muy claro. Seguí con mi relato.
—Un tiempo después, en realidad miles de años después, unas personas que vendían y compraban cosas, es decir, unos comerciantes que se llamaban los sumerios y vivían en un lugar llamado Mesopotamia, crearon un grupo de dibujitos que al unirlos significaban algo. Imagínate unas barajitas que en un orden son una palabra y en otro orden una palabra distinta, bueno, era algo así.
Le expliqué que esos signos se llamaban pictogramas, y que más o menos en la misma época, los egipcios, desarrollaron el sistema de escritura que llamamos jeroglífico. Estaba impresionado y sacaba sus propias conclusiones a toda velocidad.
—Ya sé, son como los de la película de la momia, los que escribían en la pared, ya se quiénes son esos, los vi en la tele.
—Muy bien papi, eres muy inteligente.
Convencido de que le faltaba información pidió más detalles.
—Aja, pero las letras de verdad ¿cuándo aparecieron, ¿quién las hizo? —insistió.
—Mantén la calma, que la historia es larga. Después de muchos años, otro grupo de personas, llamados los fenicios, mejoraron esos símbolos que te dije que se llamaban cuneiformes y además hicieron que cada uno tuviera un sonido, eso se llama fonética, y era lo que no tenían los cavernícolas, así pudimos leer.
Luego le hablé de los griegos y los romanos, cuyos alfabetos se desarrollaron en el año 800 antes de Cristo, y le expliqué que fueron ellos quienes separaron las vocales de las consonantes, aprovechando para refrescarle que letras estaban en cada grupo. Pensé que se cansaría de tanta charla, pero no.
—De la mezcla del trabajo de griegos y romanos nació lo que llamamos el alfabeto latino, que es el conjunto de letras que tú vas a estudiar en la escuela.
—Tengo otra pregunta —dijo.
—Dígame
—¿Y cuándo se hicieron famosas las letras? —aquello de que la curiosidad infantil es inagotable es realmente cierto, ese día lo confirme.
Te contaré, primero se escribía a mano, con una pluma, en un papel que se llamaba papiro y que se guardaba enrollado. Después en la edad media, se creó una máquina llamada imprenta, que servía para poner las letras en papel, así fue como comenzaron a hacerse famosas, gracias a los libros.
La conversación nos llevó por las máquinas de escribir, las computadoras, obviamente las impresoras y hasta el internet.
—Mami, quiero que me compres un libro, sé que todavía no puedo leer todavía, pero quiero tener mi propio libro.
—De acuerdo, pero si me prometes que cuando escribas uno, seré la primera en leerlo.
No dijo nada, estaba complacido y henchido de orgullo, debe haberse imaginado escribiendo su propio libro. Con una sonrisa enorme, me abrazó.